Qué lejos queda aquel tiempo
en que mis pensamientos estaban libres de ti,
cuando las noches solo eran noches y no penares,
cuando este cándido amor de abril no existía
ni en el más absurdo de mis sueños.
Proclamaría al viento que te quiero,
pero tú eres el viento,
amable compañero en el viaje a cualquier lugar.
Brotan dolorosas palabras,
aflicciones secretas me consumen,
con verso o sin él
todo lo que creo es puro llanto.
Imploro un mañana contigo,
aire milagroso que me enciende las mejillas,
¿cuánto fuego es necesario para quemarme?
¿cuánto he de escribir para olvidarte?
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