Aprendí a torturarme mezclando y confundiendo una realidad anecdótica con algo desconocido,
tejí mi presente con ficciones tormentosas,
caminé tortuosos caminos que no eran para mi,
desboqué mi dolor sin sentido, sin sentir, y sintiendo todo.
Sobreactué con mi personaje, yo,
y asumí cargos y cargas fabricados para otros.
Una vez me despedí de tí,
pero ahora me despido de la sombra que quedó.
O eso me gustaría.
Días pausados, aquellos que nos tocó vivir,
días tranquilos, apagados,
con la única ilusión del reencuentro no producido,
con el clamor del silencio,
con la infinitud de lo amargo,
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