domingo, 25 de mayo de 2008

PALABRAS

Mi única aliada, la palabra, comienza a debilitarse.

Tanto he escrito y hablado de ti, y tan poco he recibido, que el cansancio empieza a acusarse, se me secan la pluma y la saliva, se me encoge el corazón ante este amor en una sola dirección; yo consumida, una llama que se extingue suavemente por la falta de oxígeno, agua embalsada.

La evidencia acecha, intenta convertirse en mi sombra, mientras mi carrera hacia ti se transforma en un lento paseo hacia ningún lugar, mientras cuento los meses con pequeñas muescas en el muro de tu indiferencia, muro que frena cualquiera de mis impulsos, salvo el de ahogarme en la barra de algún bar.

Cuatro meses de dependencia, de arrastrarme al ritmo que marca tu aleatorio comportamiento, de moverme estratégicamente, siempre con el fin de acercarme a ti, y desde que esta esclavitud comenzó todo ha sido mejor o peor que antes, la armonía ha desaparecido, me empujas a vivir al límite.

Ya no tengo palabras, ni esperanza, pero seguiré escribiéndote,
y ojalá algún día descubras que fuiste objeto de este intenso sentimiento con el que quise curarte todas las penas, sin llegar siquiera a rozarte,

amor inocuo a tus ojos, mortal a los míos.

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