No desprecies al eco como compañero de piso, de vez en cuando puede traerte sonidos que deseas oír, espejismos narcóticos. Todas esas voces, que crees oír pero no están, y que no te dejan concentrarte en ninguna actividad concreta.
Un solitario que deseas que no salga -no estando sola-, comida para dos, una polilla que coloniza la lámpara.
Todo lo que me rodea te echa de menos. Así como cada una de mis células.
Sigo un camino sin baldosas amarillas ni migas de pan.
lunes, 6 de septiembre de 2010
ECOS
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