jueves, 5 de noviembre de 2009

SEVILLA

Parecía increíble todo lo que aprendió de ella viéndola dormir. Aprendió coordenada a coordenada cada uno de sus rasgos, memorizó las proporciones exactas de su cuerpo, fijó en su memoria gesto a gesto, suspiros y texturas de aquel personaje que odiaba el olor a tierra mojada y al que los puntos suspensivos entristecían.

Color especial… Color de ojos verdes, de beso imprevisto e improvisado, de abrazo a medianoche, de cerveza aliñada con nutritivo humo, de sonrisa entre caricias, de umbrío jardín al resguardo del (su) calor, de fingidos enfados como reclamo de atención, de conversación trasnochada, de piel desnuda, de sentimientos encontrados, de hasta pronto o no tan pronto.

Quizá cuando mi calor se haya ido de tus sabanas y mi olor de tu ropa te olvidaras un poco de mi, y el sabor de mis besos ya no será para ti un pensamiento recurrente.
Quizá cuando el viento sople de otro lado mi nombre se vuele de tus labios y termine en cualquier alcantarilla, y las miradas que eran para mi se desvíen hacía cualquier otro lugar.
Quizá cuando llueva se borren las huellas que dejé en tu piel, y unas nuevas manos vengan a moldearte, si las nubes vacías llegan a mi sabré de mi pérdida.

Una vez más una película cuyo final se desconoce, la sal de la vida, la incertidumbre de nuevo.

2 comentarios:

hache de haspirada dijo...

como ya te he dicho"conquistarás a cualquiera con tus palabras"; solo siento envidia...pero a mi si me gustan los puntos suspensivos......

Anónimo dijo...

el equilibrio no duerme cerca, sin puntos, ya lo sabes (K)