jueves, 26 de noviembre de 2009

¡CLICK!

Es el sonido que oyes todas aquellas veces en la vida que algo se acopla a la perfección. Como cuando pones las pilas al mando a distancia, o montas un mueble de Ikea.

¡Click!, y puedes cambiar de canal desde el sofá que tú mismo has fabricado.

¡Click! es la onomatopeya de la felicidad, el “todoencaja”, pequeño sonido que promete grandes resultados tras un nimio esfuerzo. Porque ¡click! es fácil, está creado para serlo, solo hay que seguir unas instrucciones que el propio sentido común ya te ha marcado como “meta el enchufe en los dos agujeritos de la pared” y… ¡click! Ya funciona tu secador. Era tan obvio…

Y cuando la cosa se pone seria ¡click! es un símbolo, es lo que retumba en mi cabeza cuando todo funciona. De pronto suena y sé que voy por buen camino. No hace mucho oí un ¡click! metafórico, aunque no soy capaz de dilucidar cuándo fue exactamente, ni porqué sonó. Lo único que tengo claro es que hay dos piezas que han encajado, y que de momento van a seguir así.

Tú… ¡click!

jueves, 5 de noviembre de 2009

SEVILLA

Parecía increíble todo lo que aprendió de ella viéndola dormir. Aprendió coordenada a coordenada cada uno de sus rasgos, memorizó las proporciones exactas de su cuerpo, fijó en su memoria gesto a gesto, suspiros y texturas de aquel personaje que odiaba el olor a tierra mojada y al que los puntos suspensivos entristecían.

Color especial… Color de ojos verdes, de beso imprevisto e improvisado, de abrazo a medianoche, de cerveza aliñada con nutritivo humo, de sonrisa entre caricias, de umbrío jardín al resguardo del (su) calor, de fingidos enfados como reclamo de atención, de conversación trasnochada, de piel desnuda, de sentimientos encontrados, de hasta pronto o no tan pronto.

Quizá cuando mi calor se haya ido de tus sabanas y mi olor de tu ropa te olvidaras un poco de mi, y el sabor de mis besos ya no será para ti un pensamiento recurrente.
Quizá cuando el viento sople de otro lado mi nombre se vuele de tus labios y termine en cualquier alcantarilla, y las miradas que eran para mi se desvíen hacía cualquier otro lugar.
Quizá cuando llueva se borren las huellas que dejé en tu piel, y unas nuevas manos vengan a moldearte, si las nubes vacías llegan a mi sabré de mi pérdida.

Una vez más una película cuyo final se desconoce, la sal de la vida, la incertidumbre de nuevo.