Caí en Rayuela por saber quién eras, y me asaltó la duda sobre si serías
Salto de una piedra a otra, no demasiado ágil, pues en todas tropiezo. ¿Tú qué serás, piedra o camino?
Saboreo el antes de antes de ayer igual que saboreé tu piel de aire del Sur. Me borraste el gusto a menta y los lunes rotos, y nombres, y recuerdos.
Qué juego más extraño, éste de vivir, qué fortuito. Es tan inmensa la belleza de lo aleatorio… ¡y qué injusto! Todo lo que tuve que dejar atrás para llegar a este apeadero, que me descansa el alma y las lágrimas.
“La felicidad no existe”-dijiste- “solo los momentos felices”. Y otras muchas cosas que se prendieron en mí y que endulzan mis miradas al vacío.
Alcohol e infinito. ¿Quién insuflará a mis pulmones el aire opiáceo del amor, si no eres tú? ¿si no es cualquiera? Todos los días me enamoro, pues nunca sé cuándo será la próxima ocasión. Tú fuiste mi amor un viernes, mi amiga un sábado, y el domingo solo fuiste Rayuela.